Thursday, June 30, 2016

Clásicos extraordinarios de la historia del cine


Ford Deuce Coupe (1932)

Estos estelares de la gran pantalla no reciben premios ni posan para revistas de moda o sociedad. Sin embargo, además de los actores y directores, muchas veces ellos son las estrellas del filme.  Estos autos clásicos tienen personalidad propia y un personaje protagónico en cintas que han pasado a la historia.
El primero de este top 5 es el Ford Deuce Coupe (1932) inmortalizado en la película American Graffiti de 1973. Este clásico merece todo el respeto, luego de convertirse en pieza de colección para los amantes de los autos antiguos, gracias al director George Lucas. Incluso la banda The Beach Boys le dedicó una canción y su cuarto disco, ambos titulados Little Deuce Coupe.
Thunderbird Convertible (1966)
Otro Ford genial es el Thunderbird Convertible (1966), posiblemente el más famoso de todos tras protagonizar la estelarísima cinta norteamericana Thelma y Louise, de 1991. Este convertible es la estrella de la gustada road movie de Ridley Scott, acompañando a Susan Sarandon y Geena Davis en su inolvidable aventura.
El tercero en la lista es el maravilloso Ford Falcon XB (1973) lanzado en el filme Mad Max de 1979.  Este es nada menos que la fabulosa máquina conducida por Mel Gibson en la película de George Miller, una obra de culto para los amantes del western futurista. Este genial auto hoy es una pieza de colección.
Por supuesto, en esta lista no podía faltar alguno de los autos clásicos de James Bond. El singular agente secreto británico más célebre de la historia del cine, ha conducido docenas de piezas espectaculares, pero hemos seleccionado el más famoso de todos. Por supuesto, estamos hablando del magnífico Lotus Esprit S1 (1976), visto en la saga durante la cinta La espía que me amó, de 1977.
Lotus Esprit S1 (1976)
Y cierra la lista el Austin Mini Cooper S (1961). El Mini es mucho más que un coche de película: es historia sobre cuatro ruedas, un auténtico ícono de su época. Así lo demostró en la película de Peter Collinson, Un trabajo en Italia, de 1969.  Este genial motor en su versión deportiva dominó cuatro ediciones del rally de Montecarlo entre 1964 y 1967.
Como ves, nada escapa a la capacidad de estos motores para lucir estupendos en la gran pantalla.

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