Por diversas razones, se han convertido en mito las historias de autos clásicos abandonados a su suerte en garajes, cobertizos y graneros de antiguos dueños y coleccionistas. La mayoría de estos misterios no han podido develarse, pero mucho se ha ganado para la historia del automóvil al devolver el esplendor a estas genuinas obras de arte.
Seguramente, las fantásticas historias de
estos tesoros ocultos dejarán boquiabiertos a más de uno.
Ferrari 250 GTO |
Ferrari
¡enterrado! Parece de película: en 1978 un grupo
de niños jugaba en el patio de su casa en Los Ángeles, Estados Unidos, cuando encontraron
el techo de un automóvil. La policía intervino y la sorpresa inundó el
vecindario: se trataba nada más y nada menos que de un Ferrari 250 GTO.
Luego de varias décadas de investigación,
se descubrió que su propio dueño, el acaudalado Rosendo Cruz, ordenó a sus
hombres que tiraran el auto al mar con todo su esplendor, para darle un golpe
al seguro y ganar el dinero de la póliza. Ante la belleza de la pieza, los
secuaces de Cruz lo enterraron en lugar de hundirlo. El automóvil, que fue un
regalo de Cruz para su esposa, permaneció bajo tierra desde diciembre de 1974.
Un
regalo abandonado. Uno de los multimillonarios
más controvertidos del mundo fue el griego Aristóteles Onassis. Un día, este
señor decidió regalar un Lamborghini
Miura S 1969 a Stamatis Kokotas simplemente por qué lo apreciaba como
artista.
Sin embargo, Kokotas abandonó el auto desde
1972 en el estacionamiento de un hotel en Atenas, después de una falla en el
motor. No fue hasta los Juegos Olímpicos efectuados en esta ciudad en 2004, que
se percataron de la joya abandonada a merced del tiempo. El Lamborghini Miura S
fue finalmente subastado.
Shelby Cobra Daytona Coupé |
Vencedor
de Le Mans en un granero. En la década de 1960, el
Shelby Cobra Daytona Coupé de la
Ford se convirtió en un ícono de las pistas pues solamente se construyeron 6 y
todos estaban destinados a las competencias. Tras dominar los circuitos
europeos, uno de los 6 Cobra se dio por perdido, restando entonces apenas cinco
unidades registradas y conocidas.
En 2001, después de la muerte de Donna O’Hara,
se hizo público que era la heredera del sexto ejemplar del Cobra Daytona Coupé,
vendido por el propio Shelby al padre de Donna en la década del 70. Irónicamente,
la muerte de Donna resucitó al clásico americano, escondido en el granero y que
hoy está valuado en más de 4 millones de dólares.
El
mayor descubrimiento en la actualidad. El gran
tesoro está compuesto por nada menos que 60 automóviles rarísimos, intactos
desde hace 50 años. La colección perteneció a Roger Baillon, un magnate francés
de la industria transportista en la década del 60.
Muchos después de su muerte, Roger
Baillon volvió a ser noticia en 2014, cuando una familia que había comprado la
granja descubrió los autos clásicos y reveló al mundo una de las colecciones más
sorprendentes jamás vistas.
Entre los modelos abandonados se encontró un
ejemplar extremadamente raro del Ferrari 250 GT SWB California Spyder, que
curiosamente había pertenecido a Alain Delon.
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